Ermita del Rocío Almonte. Los orígenes del Roció se remontan al siglo XIII aunque. El primer documento histórico que existe sobre el Rocío se recoge en el Libro de la Montería, del rey Alfonso XI. En él se cita únicamente dos lugares próximos al Rocío: la primitiva Ermita de Santa María de las Rocinas y la de la Santa Olalla.
En él se menciona una la ermita, la de Santa María de las Rocinas. Que quedo destruida en el terremoto de Lisboa, en 1755, fue entonces cuando la Virgen del Rocío fue llevada a Almonte y estuvo allí durante dos años, celebrándose en Almonte la Romería del Rocío. Las reformas de la ermita acabaron en el año 1758.
En el 1262 Alfonso X el Sabio conquisto Niebla, una vez conquistada mando construir la Ermita bajo la advocación de María Santísima de las Rocinas, a esta ermita desde su inicio se le hicieron diferentes reformas.
El edificio que hoy podemos ver, su construcción comenzó 1963, anteriormente se había realizado importantes reformas hasta la demolición de la antigua ermita. Para construir el nuevo Santuario que se inauguro 12 de abril del 1969.
Yo personalmente he podido contemplar la devoción que los rocieros no solo almonteños si no también de los venidos de todo el territorio nacional. Sienten por su Virgen del Rocío popularmente llamada la Blanca Paloma.
Leyenda recogida en el Libro de reglas de la Hermandad Matriz. Entrado el siglo XV de la Encarnación del Verbo Eterno, un hombre que había salido a cazar o apacentaba ganado, hallándose en el término de la Villa de Almonte, en el sitio llamado de La Rocina (cuyas incultas malezas le hacían impracticables a humanas plantas y sólo accesible a las aves y silvestres fieras), advirtió en la vehemencia del ladrido de los perros, que se ocultaba en aquella selva alguna cosa que les movía a aquellas expresiones de su natural instinto.
Penetró aunque a costa de no pocos trabajos, y, en medio de las espinas, halló la imagen de aquel sagrado lirio intacto de las espinas del pecado, vio entre las zarzas el simulacro de aquella Zarza Mística ilesa en medio de los ardores del original delito; miró una Imagen de la Reina de los Ángeles de estatura natural, colocada sobre el tronco de un árbol. Era de talla y su belleza peregrina.
Vestíase de una túnica de lino entre blanco y verde, y era su portentosa hermosura atractivo aún para la imaginación más libertina.
El lunes de Pentecostés de cada año, la Virgen sale en procesión por las calles de la aldea, portada a hombros de los almonteños
Fuentes consultadas: El Rocío, Una realidad de Fe de Juan Ignacio Reales Espina.
Andalucia.org.
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